El término «probabilidad» en el lenguaje ordinario se emplea casi siempre sin comprensión de qué precisamente se trata. Hasta que no determinemos cual percepción o cual el conjunto de percepciones llamamos «probabilidad», se quedará para nosotros los sonidos vacíos o una concepción abstracta.
Con el término la «probabilidad» llamo el número. No es un proceso, ni fenómeno, ni conocimiento del futuro, ni conocimiento parcialmente futuro. Simplemente es número recibido en el resultado rigurosamente de ciertas experiencias y siguientes acciones rigurosas y matemáticamente determinadas.
Por ejemplo, quiero calcular la probabilidad de que una moneda caerá por la cruz. Lanzo una moneda 20 veces, 12 veces ha caído por la cruz. La experiencia es rigurosamente determinada – es necesario echar la moneda 20 veces sin viento en un lugar determinado. Después de la realización de la experiencia divido 12 en 20 y recibo el número. Ahora puedo decir que la probabilidad que sale de esta experiencia, es siguiente: 12 veces de 20 la moneda caerá por la cruz, es decir 60 %. Pero esto no significa que durante el experimento siguiente caerá por la cruz 12 veces de 20. Esto significa que podemos calcular la probabilidad para estas condiciones, y en 5 minutos estas condiciones pueden cambiar. O los objetos mismos con que realizamos la investigación pueden cambiar. O puede cambiar algo que no percibimos en el momento actual. O en la acción intervendrá un factor, que no se demostraba antes. Etcétera. Si hablamos de la abstracción matemática, en este caso la probabilidad calculada puede ser usada para la aproximación, pero en la vida real la probabilidad no designa nada, excepto el número. Si he dejado caer 10 veces la cuchara, y ésta 10 veces ha caído al suelo, la probabilidad de que en la 11 vez caerá al suelo es 100 %. En la abstracción matemática la cuchara en la 11 vez caerá al suelo, pero en la vida real puede pasar cualquier cosa – alguien se acercará corriendo y la arrebatará, habrá un terremoto, y la cuchara volará al cielo, me empujarán en la espalda o yo mismo tiraré la cuchara a otra habitación.
¿Para qué entonces calcular la probabilidad, si el futuro puede ser cualquiera? Si yo tengo este número, puedo partir de él en los pronósticos y en la planificación de las acciones. Por ejemplo, llevé a cabo el experimento siguiente – eché la moneda de 10 veces, 3 de las que ésta cayó por la cruz. He calculado la probabilidad – 3 casos de 10. Y ahora quiero poner el dinero por el águila o la cruz. Guiando por la probabilidad valorada, pondré el dinero por el águila, pero esto no significa que caerá por el águila. Si no quiero guiarme por la probabilidad valorada, puedo guiarme por cualquier otra cosa (por deseo, pensamientos, emociones etc.). Por eso cuando me guío por la probabilidad, es mi elección.
La concepción «de la posibilidad de principio». En el caso con la moneda podemos realizar algunos experimentos para calcular probabilidades y tomar los resultados en medio. Pero, ¿qué va a pasar con tales fenómenos cual estadística no podemos sacar? Por ejemplo, ¿cómo calcular la probabilidad de la guerra atómica? Acordamos contar por el comienzo de la guerra nuclear la explosión de una bomba atómica. Somos una fila de circunstancias, que llevan a la explosión de la bomba atómica. Por ejemplo, el presidente debe presionar el botón, el cohete debe volar, nadie lo tiene que derribar, la bomba debe explotar. A su vez, para que el presidente presione el botón, deben tener lugar otros acontecimientos más. Por ejemplo, el presidente enemigo debe mandar a este presidente a la mierda, el congreso debe tomar la decisión de comenzar la guerra etc. Teniendo este conjunto de dados, podemos calcular la probabilidad de esto, si comienza mañana la guerra nuclear. Reunimos la estadística de aquellos fenómenos, que pueden llevar a la guerra atómica, y partiendo de esta estadística calculamos la probabilidad. Y es lo que hace la gente, cuando calculan la probabilidad de la guerra y sus resultados probables. Los mismos cálculos muy difíciles se realizan con la previsión del tiempo.
Así, la posibilidad de principio de calcular la probabilidad existe sólo cuando está determinado lo que calculamos y cuando sabemos qué es esto y cómo puede influir. La plenitud y la exactitud de esta información no tienen mucha importancia para la existencia de principio de la posibilidad cuando calculamos la probabilidad. En cualquier caso podemos calcular la probabilidad aunque nosotros tengamos sólo los datos fragmentarios sobre los factores y los tipos de su influencia sobre el resultado, que nos interesa.
Si nosotros no tenemos la información suficiente para el cálculo de la probabilidad (por ejemplo, echamos la moneda solamente dos veces), podemos considerar que nosotros no tenemos las bases suficientes para confiar de la probabilidad calculada y para planificar nuestras acciones según ella. Pero de lo que tenemos poca información, la probabilidad no se hace menos auténtica o menos exacta. La probabilidad no puede ser ni exacta, ni auténtica, porque no es conocimiento del futuro. Aunque la probabilidad calculada es de 100 por ciento, no nos da ningún conocimiento del futuro. Y estos cálculos que hice para el momento actual, no pueden ser inexactos – de hecho yo tenía tanto el número común de los fenómenos investigados como el número de los fenómenos cuya probabilidad estoy calculando. Al dividir un número en el otro, recibí un número más que es probabilidad.
Si digo que alguien puede ocuparse de la práctica, esto significa que tal probabilidad existe. Si supongo una probabilidad, esto significa que puedes calcularla por lo menos un poco. Pero ¿cómo es posible calcular la probabilidad de quién puede ocuparse de la práctica, y quién no? Antes de responder a esta pregunta, es necesario contestar a la pregunta siguiente: ¿es posible calcular esta probabilidad en general?
Pero aquí surge una pregunta – probabilidad DE QUE quiero calcular. ¿Qué es esto – «comenzar a ocuparse de la práctica»? ¿Qué fenómeno es? Por ejemplo, es posible acordarnos que » el comienzo de ocuparse de la práctica» será el primer acto de eliminación de las EN y después de este acto la persona comienza a eliminar las EN constantemente. Pero conozco muchos casos, cuando alguien comenzó a eliminar las EN, pero dejó de hacerlo y volvió a la vida ordinaria. Y no se sabe por qué una persona continúa eliminando las EN y se ocupa de la práctica, y otra la deja y vuelve a su vida ordinaria.
(P.D. La manifestación clara de este fenómeno es la vida de Skvo. Antes ella de vez en cuando aplicaba los esfuerzos para lograr la claridad y eliminar las EN. Después de mi redacción correspondiente coloqué muchos sus artículos en las colecciones y tiene los pensamientos muy razonables y la experiencia bastante interesante. Pero en fin ella dejó sus tentativas de ocuparse de la práctica, después de descubrir que el deseo de experimentar las EN es más fuerte que los deseos restantes – posteriormente se hizo una yonqui, acabó convirtiéndose en convencida y agresiva y no sólo no trataba de luchar contra su enfermedad sino al contrario hacía propaganda de narcóticos entre la gente que la rodean. Las consecuencias de su obsesión de drogas las saben todos – el manicomio y la destrucción completa de la personalidad. Muchos que comienzan la práctica también dejan de practicarse y es poco probable que regresen.)
De esta manera cualquier que sea el fenómeno que tratamos de designar como «el comienzo de la práctica», al fin y al cabo nos encontramos con la imposibilidad de hacerlo, porque en un caso después este fenómeno seguirá la práctica, y en el otro – no. No se sabe POR QUÉ esto pasa. Así que no podemos calcular la probabilidad de lo que no tenemos ni idea. Por esto no podemos decir que una persona sin educación puede dedicarse a la práctica ni que el profesor no puede hacerlo. Lo único que podemos decir es que no sabemos nada de esto.
Ahora surge la pregunta siguiente – entonces ¿en qué podemos confiar? De hecho si ayer N. fue una persona tenebrosa, no sé qué es hoy. Y si hoy es una persona tenebrosa no tengo ni idea si comienza a practicar mañana o no. En este caso puedo guiarme solamente por una cosa – por el deseo alegre comunicarse con él y por presencia de la anticipación. Y si yo pensaba que N. puede en cualquier día ocuparse de la práctica, podría experimentar el deseo determinado por esta concepción y comunicaría con él cada día, de hecho la concepción es la siguiente «en cualquier momento él puede comenzar a ocuparse de la práctica». Y no sólo N sino también M., el vecino de, o mendigo cerca de la cervecería etc. Así que cada día seguiría mi deseo mecánico (o sea el deseo determinado conceptualmente), claro está que cada día sentía el envenenamiento de esto (ya que el deseo alegre de comunicarse con esta gente no aparece), pero liberarme de esta fuente eterna del envenenamiento ya no podría. Es como si delante de mi estuviera un veneno y yo me pusiera a pensar: «pero de hecho no sé exactamente si es veneno o no y quien sabe quizá hoy no me envenene, quizá ahora sea sabroso, y a mí me gustan las cosas sabrosas» y lo probara y claro está que me envenenara. Obviamente este envenenamiento constante provocaría el deseo de comprender bien la situación, y después me sentaría y me daría cuenta de que «porcentaje de probabilidad existe de que él se ocupará de la práctica». En realidad, es lo que pasó :)
Lo observé un montón de veces: los que creen que «cualquier persona puede ocuparse de la práctica en cualquier momento», en realidad no lo hacen nunca – y de una o de otra manera dejan de comunicarse con los que no les interesan o no son simpáticos para ellos cuando ya no pueden superar más las EN que surgen durante esta comunicación.