He podido encontrar los siguientes mecanismos que engendran y alimentan retrocesos en la práctica:
1. «No saldrá nada» – «Escéptico-1”, recibe la alimentación de la observación de otra gente medio muerta.
2. «No ha cambiado nada» – «Escéptico-2” repite lo mismo incluso contrariamente a los cambios absolutamente evidentes.
3. “Vale, pero si…» – «Alarmista» – empieza a buscar por lo que pudiera estar preocupado.
4. «No, no se puede así, tan largo…» – «Conservador” – exige volver a un estado habitual, cualquiera que sea.
5. «Hay que emprender más pasos» – «Trabajador» – cuando se manifiesta la felicidad o el placer, busca qué otra cosa más “útil” puede hacerse.
6. «¡Qué bien! He logrado esto y esto”, «Administrador» – trata de valorar enseguida todas las percepciones, clasificarlas y convertirlas en su propiedad.
7. «Ahora tenemos que usarlo de una u otra manera» – «Explorador» – enseguida trata de encontrar para qué se podrían usar las percepciones.
8. «Vale, ahora hay que descansar» – «Niñera» – hace lo mismo que el conservador pero detrás del biombo del cansancio o el cariño.
9. « ¿Y la otra gente? Obligatoriamente hay que ayudarle a superar esta situación, encontrar todas las piedras ocultas y describírselo todo detalladamente, estudiar por nuestra cuenta y enseñarle bien» – «Mamita” – pretende convertir cualquier cosa en la manera de cuidar a alguien.
10. «Pero este tonto seguro que lo interpretará de manera equivocada y creerá que es la prueba de que la práctica es una porquería, así que obligatoriamente hay que prever todas las interpretaciones equivocadas engendradas por la torpeza o por las EN y desmentirlas» – «Predicador» – obligatoriamente quiere que todos, incluso el más tonto, estén de acuerdo con aquello, en que la práctica es eficaz y que los esfuerzos también son eficaces. Se preocupa cuando ve a alguien torpe, o a uno que no esté de acuerdo, o a alguien que dude. Tiene miedo de que algún pensamiento pueda cundir entre los jóvenes y provocar una aberración. Por eso, revisa cualquier paso que pueda darle a alguien el pretexto para pensar algo malo de él.